LA PREMONICION DE UN GENIO HECHA REALIDAD Y QUE ESTA EN NOSOTROS PODER CAMBIARLA

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einsteintecnologia“Temo el día en que la tecnología sobrepase nuestra humanidad. El mundo solo tendrá una generación de idiotas” Albert Einstein.
Al citar esta frase de alguien cuya inteligencia era tan sencilla pero brillante a la vez, y que más allá de ser considerado un genio de la humanidad nos ha dejado un gran legado de humildad, me tomo el atrevimiento de proponer un espacio de reflexión respecto de la frase de Einstein, porque entiendo que su premonición parece estar convirtiéndose en una realidad, afirmación ésta que la hago tomando como referencia al juego del Pokemon que se apodera de niños, jóvenes y adultos transformándolos en Pokemondendientes, a tal punto que ha sido la causa de los accidentes más insólitos que un ser humano haya podido protagonizar, en algunos casos con consecuencias muy graves por cierto, y hasta azorados somo testigos de imágenes televisivas que nos muestran mareas de seres humanos, cual si fueran un rebaño de ovejas, se mueven al unisono detrás de estas figuras. Es decir caemos en una conducta de “adicción”, en una de las más variadas formas en que se puede presentar.
Pero este juego no es más que una de las tantas gotas que han rebasado el vaso de como los seres humanos nos dejamos atrapar por los más que atractivos encantos de la tecnología y nos alejamos cada vez más de la “esencia de ser social” que nos es propia . Si volvemos la mirada hacia atrás, el mismo efecto causó los conocidos “walkman”, hoy presentado con otras características superadoras en cuanto a su tecnología, pero siguen causando el mismo efecto, el hombre atrapado por un sonido que lo aleja de cualquier tipo de interacción con otro hombre. Antes la televisión, y así podría seguir haciendo una lista interminable.
Menciono estos ejemplo nada más para hacer la siguiente pregunta ¿La tecnología es mala, daña al hombre? Sin lugar a dudas que no, le ha brindado al hombre innumerables utilidades, lo que ocurre es que, es el hombre mismo quien al hacer un mal uso de la misma se produce daños, en muchos casos físicos, muchos de elos irreparables, pero fundamentalmente lo que el hombre se está haciendo a si mismo es el daño de perder uno de los elementos más vitales de su existencia, la relación, el vínculo con el otro, que sin lugar a dudas es la mayor productora de riqueza para el ser humano. Es que “somos” en relación con el otro, nos “conocemos” cuando nos vínculamos con el otro, tomamos “conciencia de nuestra existencia” cuando nos relacionamos y vínculamos con los otros seres que integran la sociedad.
Abro entonces la puerta al motivo intrinseco que lleva este ensayo de reflexión: las conductas adictivas, esas que nos atrapan, se nos apoderan, nos hacen perder la noción del tiempo y el espacio, y al rol que nos toca desempeñar como docentes y padres de familia. En este sentido estoy convencido de que primero y antes que nada en ese rol “debemos ser autocríticos”, si así no lo hiciéramos estaríamos cayendo en el burdo error de mentirnos a nosotros mismos. Entonces, como la verdad bien entendida comienza por casa, hagamos una suerte de instropección familiar, al mediodía todos alrededor de una mesa, compartiendo el almuerzo pero mirando la tele, nadie sabe nada de lo que hizo o le pasa el otro, con el agravante de que el otro en este caso son Papá, Mamá e hijos. El único momento que tenemos para compartir y contarnos cosas lo perdemos porque la adicción de la tele se apodera de la familia, y ahora se suma el celular, todos en la mesa pero cada uno más atento y preocupado por el timbre que avisa de un sms o un wasap. Como docentes también debemos ser autocríticos, como todos hemos incorporado el nueve apéndice a nuestro organismo, el celular, ya no se puede salir sin él, es un componente más de nuestro cuerpo. Y así nos comportamos en clase, salvo muy contadas excepciones, los docentes, al igual que los chicos, estamos muy pendientes de lo que pasa en el celular, pero queremos que ellos no ocupen el mismo en clase, y en muchos casos le decimos que no deben usarlo en la clase mientras tenemos el celular en la mano. Como díce el poeta, un botón basta de muestra, lo demás a la camisa. Porque ejemplos sobran.
No puedo dejar de mencionar aquí otra situación que forma parte de la cotidianeidad en la actualidad y que es la conducta evasiva de los padres de asumir su rol como tales y de poner “límites” a sus hijos, acceden a todos su pedidos, celulares, playstation, tablets y todo aquello nuevo que ofrece la tecnología. Así se entretienen y no molestan. ¿Límites? No de eso se encarga la Escuela, y cuando la escuela pone límites….quiénes son éstos para decirle algo a mi hijo, es lo más suave que se puede llegar a escuchar. Esto es analizado por la Sociología en lo que se denomina “valores de la postmodernidad”, pero este aspecto sería merecedor de un explicito tratamiento en sí mismo, simplemente no quería dejar de mencionarlo porque me parece que forma parte del contexto general en el abordaje de la presente reflexión.
Por estos días en Ituzaingó, más de 400 personas nos estamos capacitando sobre conductas adictivas, y hemos participado de dos jornadas con expositores de excelencia, que entre sus enseñanzas pusieron énfasis en destacar que la adicción se combate con la relación, el vínculo, el aprecio, el cariño, el ocuparse del otro, en ser oído del familiar del amigo, del hermano. Del primero de ellos, el Dr. Carlos Rodiguez me permito traer a colación una de sus sugerencias, sencilla pero grandiosa al mismo tiempo, cuando dijo “saben cuando hacemos prevención, cuando yo Papá, yo Mamá me ocupo de ir a la escuela a buscar a mi hijo y vengo conversando con él, allí radica la esencia de la prevención”, aseguró. De la segunda expositora la Profesora Mirta Polla rescato esta frase “dejen de mirar para atrás y decir que todo tiempo pasado fue mejor porque ese tiempo ya pasó, ni fue mejor, ni fue peor, fue distinto, tomen lo mejor de ese tiempo que ustedes vivieron, acomodenlo a este tiempo, adáptense a él, y produzcan hechos que sea para el bien de todos, pero sobre todo nunca pierdan la capacidad de brindar el amor que tienen”.
Ambos profesionales se refirieron a este nuevo mundo que se mueve al influjo de la tecnología, no lo rechazaron ni mucho menos, destacaron sus aportes a la humanidad, pero hicieron hincapié también, cada uno desde su perspectiva, del mal uso que las personas hacen de la misma, hasta quedar atrapados en conductas adictivas, y esto es lo que se transmite en las familias, generando de esta manera el espacio, el clima y el terreno fértil para que nuestros jóvenes sean atrapado por adicciones a estupefacientes, con los consabidos daños irreparables que producen los mismos a quienes consumen, a todo su entorno familiar y de amistad.
Retomo entonces la frase de Albert Einstein “Temo el día en que la tecnología sobrepase nuestra humanidad. El mundo solo tendrá una generación de idiotas”, para cerrar expresando que no me opongo en lo más absoluto a la tecnología y a los múltiples beneficios que ésta brinda a la humanidad, lo que intento es invitar a que revisemos de que manera estamos haciendo uso de esa tecnología, para que no caigamos en la frase premonitoria de Einstein. Creo que no debemos hacer un gran esfuerzo sino simplemente, por ejemplo apagar la tele al momento del almuerzo, acompañar o buscar mi hijo las veces que pueda, escuchar al otro aunque más no sea apenas un ratito sin estar usando el celular mientras él me habla. Estaríamos haciendo una gran contribución a todo nuestro entorno familiar, de amistad, de compañeros de trabajo, y sobre todo a nosotros mismos.
Prof. Luis Emilio Meza