Me Tienen Podrido, por Luis Novaresio
Me pide desde ayer la directora general de Infobae, Valeria Cavallo, que escriba del tema de la grieta de discursos en los Martín Fierro de radio, del episodio Sietecase / Leuco y demás.
Le vengo saraseando con el tema de que estoy cansado, el fin de año, las grabaciones y lo que se me ocurra. Pasa, Valeria, que estoy podrido del tema. En realidad, del rumbo de la discusión.
Me tiene podrido.
Como en la educación nuestra (la tuya, Valeria, la mía y la de la mayoría) judeocristiana la culpa tira más que dos yuntas de bueyes, te mando esto que no es nota, ni editorial ni nada, apenas un conjunto de ideas desordenadas que me vienen luego de 48 horas de gritos y maldiciones.
Siento, Valeria, que la mayoría de los periodistas no estamos discutiendo ni de medios, ni del rol del Estado en los casos de radios o canales en crisis ni, mucho menos, del uso de la comunicación como modo de propaganda autoritaria vivida en los últimos tiempos.
Estamos hablando de nosotros, Cavallo. Envanecidos, soberbios, ególatras, pasando facturas por rencores personales. Ganó la idiota grieta. Algunos no se dan cuenta. Otros la alimentan porque no saben trabajar sino desde el fanatismo.
A los que hoy levantamos la mano acusando a los otros colegas que piensan y dicen distinto, nos deberíamos recordar (sic) que comerse al caníbal es antropofagia.
Hay, creo Valeria, dos aspectos bien distintos. Uno: los empresarios chorros que se quedaron con algunos medios de comunicación a punta de extorsión abierta desde el Estado para acumular plata, genuflexión con el poder de turno y negocios paralelos. Otro: el estado de los medios de comunicación con miles de personas que hacen periodismo desde la voz, la técnica o lo que sea.
Me importan los dos temas, Valeria. Pero son distintos y tienen que tener un tratamiento distinto.
Si un tipo se afanó $8.000 millones con la nafta que todos cargamos y con los aportes para jubilarnos para quedarse con canales de televisión y radios al servicio de un gobierno que jamás creyó en la democracia y deseaba la autocracia, eso se paga en la justicia, en la AFIP y en la cárcel si corresponde según el derecho penal y con la devolución de la fortuna rapiñada. Y con ellos, los funcionarios políticos de turno que, por suerte, ya desfilan por Comodoro Py.
Me parece, Valeria, que no se sanciona ese latrocinio con el rencor personal y el deseo de venganza de ver liquidada, fundida y no escuchada una radio en la que labura mucha gente que no puede elegir irse a otro lado como muchos de los que opinamos con voz engolada de este tema. De paso, suelo recordarnos que escupir al cielo no es buen negocio.
No nos podemos haber enajenado tanto, Valeria, para confundir a Cristóbal López con Ale Constantini o el Pulpo Díaz, nuestro operador, cuando hacíamos la tarde de Radio 10 juntos. Radio, de paso, de la que nos fueron porque "no cuadrábamos con la expectativa editorial" del medio, silbando bajito, sin reclamar ni recibir más que el apoyo de los que de buena leche querían darnos una mano.
Cristóbal López y todos los otros tienen que ser mirados desde el Código Penal, la AFIP o la oficina anticorrupción. El Pulpo, y todos los pulpos, desde el lado de saber que son trabajadores que tienen pasión por lo que hacen y lo hacen desde un servicio (¿público?) que garantiza la libertad de expresión.
Perdoname el anacronismo, Valeria, pero necesito recordar a Alberdi que ponía especial énfasis en reclamarle al Estado que garantizara de forma casi absoluta la libertad de expresión. Y Alberdi, me dicen, no era Trotsky ni nac and pop.
Si el Estado cree que hay muchos medios de comunicación, que lo diga. Si cree que es mejor eso, que lo sepamos. Si un medio de comunicación es sustentable de forma privada y honesta pero se usa una crisis con un ladrón para fundirlo, es otra cosa.
Nadie, al menos la mayoría creo, pretende que el Estado saque la plata para pagar el desaguisado de los chorros. Sí que haga uso de la ley del arte de gobernar creativamente para evitar un daño innecesario. Acá, en Cresta Roja, en Sancor o en donde haya que promover el trabajo.
Estamos enajenados, Valeria. Pero que esa misma locura nuble a gente lúcida, valiosa, y hablemos de sicarios de la palabra, creemos un tribunal de "bienpensantes" que con el dedo en alto indican qué se puede decir, qué no, a quién se nombra o a quién no para ser admitido en el paraíso de los buenos, es fascismo.
¿Ahora resulta que hay que hacer una reválida de títulos para ver quién dijo no sé qué cosa en el kirchnerato para poder opinar hoy? Los que eso piden, ¿pasan el examen? ¿Enloquecimos, Valeria, diciendo que eso es revisar el pasado?
Yo no creo (estoy dispuesto a cambiar de idea si los que saben más me convencen con argumentos y no con insultos) que el Estado se tenga que hacer cargo de Radio Rivadavia, la 10 o Vale poniendo plata para solucionar los desmanes de los que robaron.
Tampoco creo, Valeria, que la ley de quiebras fría sea la solución y mucho menos la ley del mercado de 1800. Adam Smith trataría de insensibles a los que dice que creen que hay que mirar pasar el cadáver de los medios para "sincerar" las cosas.
¿No se puede -es pregunta- pensar que siendo las licencias de los medios estatales, hay chances de convocar de manera urgente y extraordinaria a empresarios con solvencia de historia en los medios y en sus patrimonios para que se hagan cargo de un negocio que funciona y garantiza muchas voces? Daniel Vila dijo que está interesado. Daniel Hadad sabe hacerlo. Y seguro que hay más.
La urgencia pudo usarse para proponer ministros de la Corte o para modificar leyes que se dijeron impostergables. ¿No se puede proponer un concurso de interesados y dejarlos, como en el sistema judicial, calificados, listos para empezar, en una especie de banco de suplentes que al toque gerencien lo que hoy funciona y mañana no se sabe? Y esto no es reclamarle a este gobierno con dureza y haber sido tibios con el anterior. ¿Te recuerdo, Valeria, que a vos y a mí nos rajaron y que el propio Hadad contó que pidieron nuestras cabezas?
Si no se puede eso, que se pueda otra cosa, Valeria. Pero que juguemos al rencor para tener brillo con una declaración altisonante ganando 5 minutos de fama, nada warholianos, que con ira del pasado pasemos factura por lo vivido, me resulta inhumano. Por el Pulpo y los oyentes que, a mí, sí me importan. El resto, me tiene podrido.-