La increíble historia de la pastora que desbarató una red de pedofilia en Corrientes

mariavaloyMaría Valoy llegó en 2011 a Ituzaingó. Allí conoció los ataques sexuales de un ex juez e impulsó la denuncia. Esta semana lo condenaron.
La pastora María Valoy, en la puerta del tribunal donde fue condenado el juez Walter León Turraca Schou en Corrientes.
Conocida la sentencia a 28 años de cárcel para un ex juez que abusó sexualmente de chicos vulnerables en la ciudad correntina de Ituzaingó, las víctimas buscan reconstruirse junto a sus familias y el silencioso acompañamiento de una pastora evangélica que hace cinco años fue la encargada de sacar a la luz la siniestra red de pedofilia que involucraba a los hombres más poderosos de la Capital de la Energía.
Para algunos el juicio oral fue un paso más en el largo proceso de resiliencia, para otros la oportunidad de revelar atrocidades que hasta ahora se habían guardado por temor, vergüenza o simplemente para protegerse de sufrir aún más daño.
“Las familias todavía están shockeadas, no pueden creer que finalmente este hombre esté preso, condenado por todo lo que hizo mientras fue juez en Ituzaingó”, sostiene María Valoy, la pastora evangélica, enfermera y licenciada en ciencias de la familia que arribó en 2011 de su Tucumán natal y se topó con el horror.
“Nosotros, desde nuestra iglesia, tenemos contabilizados diez chicos que fueron víctimas del ex juez Civil, Comercial, Laboral, de Menores y de Familia, Walter León Turraca Schou, pero creemos que pueden ser más. Sólo tres se animaron a hacer la denuncia que terminó con la condena de este abusador”, cuenta Valoy.
La mujer siente que su tarea recién comienza. “Hay muchas cosas que las víctimas no contaron en el juicio. Nosotros ahora continuamos con la contención emocional porque queremos que sanen y puedan proyectarse como adultos saludables. Ésta es una etapa bisagra en sus vidas”, aseguró quien se convirtió en hada madrina de esos jóvenes que confiaron en ella y le revelaron los ataques sexuales que sufrieron durante interminables años. Es que además del juez, también fueron acusados de los abusos un sacerdote Teófilo (fallecido), un comisario (le cerraron la causa por prescripción del delito) y un profesor.
María llegó a Ituzaingó en mayo de 2011, poco después que su suegro muriera en un accidente de tránsito. Arribó con la misión de ponerse al frente de la iglesia evangélica Filadelfia y sin sospechar que apenas unos meses después cargaría sobre sus espaldas el secreto de cuatro chicos que vieron sus vidas arrasadas por adultos pedófilos.
“Llegué en mayo y en octubre me enteré de lo que estaba pasando con el juez Turraca. Yo no lo conocía”, contó a Clarín. “Primero vino la mamá de uno de los chicos y me contó lo que le había sucedido a su hijo”. Después, en las reuniones de adolescentes ellos mismos se encargarían de relatar las perversiones de un hombre que no dudó en usar su cargo para doblegar la voluntad de los adolescentes que iba eligiendo para convertirlos en sus víctimas.
“Fue muy difícil cargar con eso. Yo era nueva en la ciudad y no confiaba en nadie. Hablé con algunas personas de la iglesia y también con un abogado de otra provincia, que no me dio muchas esperanzas de que una denuncia así prosperara. Entonces nos refugiamos en la oración y hubo una intervención divina”, recuerda Valoy, todavía emocionada.
Es que casualmente se enteró de que desde el Superior Tribunal de Justicia habían enviado una delegación a inspeccionar el Juzgado de Turraca Schou por una serie de denuncias por mal desempeño. “Conseguí el teléfono de una integrante del grupo y le pedí para hablar. Me escuchó y se contactó con la Ciudad de Corrientes. Al otro día los chicos ya estaban declarando”, sostuvo.
Valoy nunca dudó de la veracidad de los relatos de las víctimas. “Yo trabajo hace mucho tiempo con víctimas de abusos sexuales y hay patrones que suelen repetirse. En este caso todos los chicos cayeron en la adicción a las drogas, dos de ellos tuvieron intentos de suicidio y también abandonaron la ciudad en un intento por alejarse de un lugar que les hacía mal”, explicó.
“En los casos de abuso sexual siempre vemos sólo la punta del iceberg. Hay cosas que las víctimas no contaron por vergüenza. En este caso todo se agrava por la cultura machista que existe en nuestra sociedad”, cuenta Valoy.
La pastora considera como “muy probable” que parte de la sociedad de Ituzaingó haya tenido sospechas firmes sobre los ataques sexuales a chicos que perpetraba el juez Turraca Schou. Es que muchas veces actuaba a plena luz del día, los buscaba en su auto particular y los llevaba al motel o bien a alguna de las playas para abusarlos con total impunidad.
Sobre una posible complicidad entre Turraca Schou, el comisario acusado, el cura Teófilo y un docente apodado “Yuyito”, Valoy sostiene que “es difícil saber con certeza, pero creería que se pasaban datos sobre los chicos”.
En el juicio oral pero no público que se realizó en Santo Tomé, Turraca Schou fue hallado culpable de ocho de los trece casos de corrupción de menores que se le imputaban, además de abuso sexual. La fiscal Anahí Tabacchi había pedido que fuera condenado a 45 años de cárcel, pero los jueces consideraron que con 28 años era suficiente.
Los testimonios fueron por demás contundentes. El hecho de que los chicos identificaran un coche que el juez tenía entre 2007 y 2011 hizo que quedara probado que los abusos ocurrieron cuando tenían entre doce y quince años. Algunos lo padecieron incluso cuando ya habían cumplido la mayoría de edad. Es que Turraca los acosaba en las calles o por mensajes de texto. No aceptaba una negativa.
Una de las victimas contó que el por entonces juez incluso les proveía marihuana y cerveza durante los encuentros. El chico, que no fue denunciante porque vivía en Rosario al momento de la presentación judicial, dijo que Turraca Schou solía decirle que si no accedía a ser sometido sexualmente le iba a iniciar una causa penal a él o a su padre.
Ante la inminente sentencia, el ex juez pidió compasión al Tribunal. Sin mostrar arrepentimiento reclamaba para él algo que nunca había aplicado.
Fuente: www.clarín.com

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