Mario Markic con su programa En El Camino mostrará el Iberá durante este fin de semana

mariomarkic“En el Camino” visita los Esteros del Iberá este fin de semana. La Bitácora de viaje Mario Markic, en la tercera entrega del célebre programa de TN que ahora se emite viernes y domingos a las 22.
Los Esteros del Iberá conforman un lugar único de la Argentina, que engaña los sentidos. Si uno vuela como los pájaros, le parecerá una planicie surcada por riachos y arroyuelos. Pero no es así. Todo es agua, todos son pastos anegados, lo que lo convierte en un estanque de agua más grande que cualquier lago del país.
Y la verdad es que no hay lugar tampoco donde el visitante podrá ver más fauna salvaje que en cualquier otro: felinos como el yaguareté; carpinchos; osos hormigueros; yacarés negros y pájaros de todo tipo y pelaje.
En gran parte debido a la Fundación de Douglas Tompkins y su mujer, Corrientes ha recuperado un atractivo turístico sin igual, y ha logrado darle vida a los pueblos que rodean al espejo de agua, que han retomado el estilo de vida y la gastronomía ancestral que viene desde los tiempos que estos suelos fueron habitados por guaraníes y jesuitas.
Sobrevive el idioma y las costumbres y también algunos sueños frustrados, como el antiguo hotel casino de la ciudad de Empedrado, que fuera llamado la Mansión de Invierno, instalado para la clase pudiente de la Argentina, al estilo del Casino de Montecarlo, y que ahora está abrazado por la selva impiadosa.
Corrientes es dueña de una rica historia. Del idioma guaraní, de una danza propia, como el chamamé, y de una joya para descubrir, que son los Esteros del Iberá.
El segundo humedal más grande del mundo
Markic relata ante el imponente paisaje, "Cuando me fui del quincho y el refugio de Epifanio, intenté darme una idea de la majestuosidad del lugar: son 15 mil kilómetros cuadrados de superficie. Uno tiene que pensar que la Capital Federal tiene 200 kilómetros cuadrados".
Los Esteros del Iberá -que en guaraní quiere decir “aguas que brillan”- son el segundo humedal más grande del mundo, la mayor reserva de agua dulce del planeta después de Pantanal, en Brasil.
A simple vista el paisaje del Iberá no llama la atención porque su aparente chatura no muestra demasiado. Solo a vuelo de pájaro, subiéndose a un árbol o mirando con detenimiento las imágenes podremos notar que no todo es igual.
Hay que enseñarle al ojo a percibir los tonos amarillos, ocres y verdes para distinguir los límites entre los embalsados, esteros, bañados, pajonales, pastizales, selvas de galería, bosque secos y montes húmedos.
Las lagunas y embalsados son grandes mantos de vegetación flotante (que crece sobre un suelo formado por plantas descompuestas y un entrelazado de raíces) que por momentos se abren y dan lugar a espejos de agua.
Revolución en Iberá
El caso es que la cruzada por la reintroducción del yaguareté ha generado una especie de revolución en el Iberá.
¿Ayudó el cambio generacional? Sí, claro. Entre la gente de 30 y 40 años que vive en las ciudades, el contacto con la naturaleza, la valoración de lo agreste, lo salvaje, ya es un valor. El hombre vuelve a lo natural, a las raíces biológicas.
El Iberá representa la naturaleza y la cultura correntina en su forma mas auténtica.
Es el lugar donde podemos encontrar un pasado intacto y un futuro por descubrir, con esa magia que se respira en los lugares no alcanzados aún por el crecimiento desmedido y sin planificar.
Es el lugar donde el hombre del estero convive con el paisaje que le ha dado su forma de ser: el agua, el caballo, el botador….

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